domingo, 28 de septiembre de 2008

"Llega Paul" Por Forges en EL Pais Digital

"Guapo hasta morir" Por Maruja Torres en El Pais Digital

Era tan guapo que dolía. Deslumbraba. A lo largo de sus muchas vidas -como actor, como productor, como director, como piloto de fórmula 1, como empresario, como filántropo-, lo siguió siendo. Guapo y respetable. No se puede pedir más. O sí: que fuera eterno. Pero bien sabemos que eso no es posible. Recuerdo su irrupción en las salas de estreno de este país. Le recuerdo en Hud, en mangas de camisa, sujetando con el pulgar una chaqueta sobre sus espaldas, turbando a la madura Patricia Neal. El hombre que llega, que trastorna, el hombre que se marcha. Para ella un solo hombre y La ciudad frente a mí no eran obras maestras pero él aportaba su fuerza y su vulnerabilidad. Su dignidad, que aportó a todos sus personajes. El más confuso personaje suyo de aquellos años fue, sin duda -y gracias a la censura de Hollywood- el protagonista de La gata sobre el tejado de zinc. Pero cómo comprendíamos a aquella Liz Taylor que -recién enviudada de Michael Todd en la vida real- reptaba por los lechos intentando merecer sus atenciones. Podía hacer de vulnerable gigoló en Dulce pájaro de juventud o de inconformista sureño en Desde la terraza y en El largo y cálido verano, y, suprema y excelsamente, de perdedor en El buscavidas. Nos daba igual. Todas las películas tenían una enjundia u otra. No sólo estaba allí para lucir su bello rostro, su cabeza perfecta, su sonrisa irónica, sus ojos como piedras lunares.
Bien, él no estaba allí para arrebatar, sino por otra cosa. Amor al arte, quizá. Da la impresión -como subrayó el guionista y escritor William Goldman-, de que tal vez "Paul Newman no piensa realmente que es Paul Newman". Con el tiempo se lanzó a la producción, la dirección, los Oscar que obtuvo, el partido que le sacó a su mujer, la sublime Joanne Woodward -Rachel, Rachel: una pequeña joya-, las carreras de coches, el aliño de vinagre y aceite envasado y otras producciones simpáticas, cuyos beneficios han ido siempre a parar a causas justas... Su liberalidad política, firme pero discreta, su saber estar, que ha mantenido hasta la muerte.

Y todo eso sin dejar de ser tan hermoso como un dios griego. Coqueto, también -es sabido que cada día sumergía la cara en un baño de hielo: ya quisiera ver el resultado en otros-, y también impenitente bebedor de cervezas, un promedio de a caja por día: me gustaría también saber qué tripa resiste semejante aprovisionamiento.

Además, sensible. Además, valeroso. Antisistema pero sin ofender, degustador de Europa, y, queridos, esto es lo mejor de todo, casado con la mujer de su vida y para los restos. Os parecerá una intemperancia que destaque este valor, aparentemente conservador, entre sus rasgos. Pues no. Aparte de que siempre he creído que era ella quien le ataba -la señora Woodward es una de las actrices más excepcionales, cultas e irónicas que el profundo Sur ha dado al mundo-, semejante característica, la fidelidad, era uno de los picos de su personalidad que más admirábamos quienes le seguíamos. Porque las damas bien nacidas somos tan contradictorias que, secretamente, despreciamos a un hombre capaz de traicionar a su esposa con nosotras. O con cualquiera.

Era un hombre íntimo, que supo envejecer, como he escrito arriba, con belleza y dignidad. En su ocaso -vital, nunca como actor- eligió películas que también reflejaban una puesta u otra de sol: Camino a la perdición es mi favorita. Aunque, sádicamente, me gusta verle, guapo y pimplando birras, en Mensaje en una botella, esa tontería llena de colorido azul que sólo le sentaba bien a él, mientras Kevin Costner intentaba pasar a la historia de la cursilería, con bastantes posibilidades, por cierto.

Para mí, el mejor Newman está en dos películas de gigantesca estatura moral: Ausencia de malicia, de Sidney Pollack, y Veredicto final, de Sidney Lumet. Si quieren saber quién fue el actor que acaba de morir pero no de desaparecer, revísenlas. O véanlas por primera vez. Ése es Paul.

Me crucé con él y Woodward en un pasillo, en Cannes, hace más de 30 años. Llevaba las gafas de sol colgando de la oreja por la patilla. Era hermoso, pero no asustaba.



Filmografía selecta

- Marcado por el odio (1956)

- La gata sobre el tejado de zinc (1958)

- Éxodo (1960)

- El buscavidas (1961)

- Dúlce pájaro de juventud (1962)

- Harper, investigador privado (1966)

- Cortina rasgada (1966)

- La leyenda del indomable (1967)

- Dos hombres y un destino (1969)

- El juez de la horca (1972)

- El golpe (1973)

jueves, 11 de septiembre de 2008

11 de septiembre

Hoy 11 de septiembre quiero recordar el asesinato de un demócrata de izquierdas valiente, que murió con las botas puestas.

El último discurso de Salvador Allende



En ti la tierra
VI
Y PORQUE Amor combate
no sólo en su quemante agricultura,
sino en la boca de hombres y mujeres,
terminaré saliéndole al camino
a los que entre mi pecho y tu fragancia
quieran interponer su planta oscura.
De mí nada más malo
te dirán, amor mio,
de lo que yo te dije.
Yo viví en las praderas
antes de conocerte
y no esperé el amor sino que estuve
acechando y salté sobre la rosa.
Qué más pueden decirte?
No soy bueno ni malo sino un hombre,
y agregarán entonces el peligro
de mi vida, que conoces
y que con tu pasión has compartido.
Y bien, este peligro
es peligro de amor, de amor completo
hacia toda la vida,
hacia todas las vidas,
y si este amor nos trae
la muerte o las prisiones,
yo estoy seguro que tus grandes ojos,
como cuando los beso
se cerrarán entonces con orgullo,
en doble orgullo, amor,
con tu orgullo y el mío.
Pero hacia mis orejas vendrán antes
a socavar la torre
del amor dulce y duro que nos liga,
y me dirán: -"Aquella
que tú amas,
no es mujer para ti,
por qué la quieres? Creo
que podrías hallar una más bella,
más seria, más profunda,
más otra, tú me entiendes, mírala qué ligera,
y qué cabeza tiene,
y mírala cómo se viste
y etcétera y etcétera."
Y yo en estas líneas digo:
así te quiero, amor,
amor, así te amo,
así corno te vistes
y como se levanta
tu cabellera y como
tu boca se sonríe,
ligera como el agua
del manantial sobre las piedras puras,
así te quiero, amada.
Al pan yo no le pido que me enseñe
sino que no me falte
durante cada día de la vida.
Yo no sé nada de la luz, de dónde
viene ni dónde va,
yo sólo quiero que la luz alumbre,
yo no pido a la noche
explicaciones,
yo la espero y me envuelve,
y así tú, pan y luz
y sombra eres.
Has venido a mi vida
con lo que tú traías,
hecha
de luz y pan y sombra te esperaba,
y así te necesito,
así te amo,
y a cuantos quieran escuchar mañana
lo que no les diré, que aquí lo lean,
y retrocedan hoy porque es temprano
para estos argumentos.
Mañana sólo les daremos
una hoja del árbol de nuestro amor, una hoja
que caerá sobre la tierra
como si la hubieran hecho nuestros labios,
como un beso que cae
desde nuestras alturas invencibles
para mostrar el fuego y la ternura
de un amor verdadero


Pablo Neruda

domingo, 7 de septiembre de 2008

AMOR Y SUPERACIÓN





A veces se conocen historias que nos hacen pensar, los que tenemos la suerte de realizar la actividad que nos gusta sin dificultades añadidas, debemos sentirnos agradecidos y admirar ciertas aptitudes que igual en la misma situación de otras personas seriamos incapaces de realizar.

Para los que sabemos del sufrimiento que en algunas ocasiones significa solo el mero hecho de acabar una maratón podemos sentir todo lo que los protagonistas de esta continua proeza han sido capaces de sentir, desde aquí mi admiración para ambos.

Cuando entramos en un blog y vemos un relato largo la tendencia es a leer un poco por encima, recomiendo leer detenidamente, creo merece la pena.

Esta historia comienza en Winchester, Mass, hace 43 años, cuando Rick durante su nacimiento se estrangulaba por el cordón umbilical alrededor de su cuello, dejándole el cerebro dañado e incapaz de controlar sus miembros.”Será un vegetal el resto de su vida” le dijeron los doctores a Dick y a su esposa Judy, y que cuando cumpliera 9 meses lo dejaran en una institución.

Pero estos padres ni siquiera lo consideraron. Se dieron cuenta de como Rick les seguía con la mirada por la habitación cuando estaban con el. Cuando Rick cumplió 11 años, le llevaron al departamento de ingeniería de la Universidad de Tufts y preguntaron si había algo que les permitiera comunicarse con su hijo. De ninguna manera, les dijeron, “Nada sucede en ese cerebro”. Cuéntenle un chiste, pidió Dick. Lo hicieron y Rick se sonrió. Mucho sucedía en ese pequeño cerebro. Auxiliado por una computadora que le permitía controlar el cursor con un lado de su cabeza, Rick finalmente fué capaz de comunicarse. Sus primeras palabras: “¡Go Bruñís!”, (un equipo de jockey). Más tarde, un compañero de clases quedo paralizado por un accidente de automóvil y la escuela organizó una carrera de caridad para recoger fondos. Rick escribió: “Papa, quiero hacer eso”.

Si, claro. Como iba Dick, quién se autodefinía como un jugador de poker, que nunca había corrido más de una milla seguida, a empujar a su hijo por 5 millas ¿¿??

Sin embargo, lo intentó. “Entonces fui yo el incapacitado, dijo Dick. ¡¡Estuve dolorido por 2 semanas...! Ese día cambió la vida de Rick. Papá, escribió: cuando estábamos corriendo, parecía que yo ya no era el más incapacitado. Y esa expresión cambio la vida de Dick para siempre. Se obsesionó con darle a su hijo esa sensación tan frecuentemente como pudiera. Dick tenía una barriga cervecera, sin embargo junto con Rick iba a intentar correr la Maratón de Boston de 1979. De ninguna manera, le dijo uno de los organizadores del evento. Los Hoyts no eran un solo corredor ni tampoco un solo competidor en silla de ruedas. Por algunos años Dick y Rick simplemente se unieron a todo el mundo en la carrera y simplemente corrieron, Dick con su hijo Rick a su espalda.

Entonces encontraron una forma de entrar en la carrera oficialmente. En 1983 corrieron otra maratón, pero tan rápido que se calificaron para el maratón de Boston en el año siguiente. Entonces alguien le dijo: “¿Hey Dick, porqué no un triatlón?” ¿Como un tipo que nunca aprendió a nadar y que no montaba en una bicicleta desde que tenía 6 años, iba a cargar con su hijo incapacitado de 110 libras a lo largo de un triatlón? Y, sin embargo, Dick lo intentó.

Ahora ellos han finalizado 212 triatlones, incluyendo 15 competiciones de “IronMan” en Hawai. Debe de ser humillante ser un estudiante de 25 años y verse pasado por un tipo más viejo con un muchacho en un morral en su espalda, ¿no crees?

Hey, Dick, ¿porqué no tratas de hacerlo tu solo? alguien le preguntó. “Que va”, dijo. Dick lo hacía solo por el placer que le daba ver a Rick sonriendo mientras corrían, nadaban y pedaleaban juntos. Este año, a la edad de 65 y 43, Dick y Rick finalizaron su maratón de Boston número 24, en el lugar 5.083 con más de 20.000 participantes. Su mejor tiempo: 2 horas 40 min. en 1992, solo 35 min. más que el record mundial, el cual, en caso de que tu no lleves las estadísticas de estas cosas, lo ostenta un tipo que no tuvo que empujar a otro hombre en una silla de ruedas al mismo tiempo que corría.

Sin duda alguna, Rick escribió: Mi padre es el padre del siglo. Dick obtuvo algo más de todo esto también. Dos años atrás sufrió un ataque al corazón, no muy severo, durante una carrera. Los médicos encontraron que una de sus arterias estaba obstruida en un 95%. “Si no hubieras estado en tan excelente forma…” le dijo uno de los médicos que lo atendía, probablemente hubieras muerto hace 15 años. Entonces, de alguna manera, Dick y Rick se salvaron el uno al otro. Rick, quién tiene su propio apartamento y trabaja en Boston, y Dick, retirado y que vive en Holland, Mass., siempre hallan la manera de encontrarse y de estar juntos. Dan charlas y conferencias por todo el país y compiten en una que otra carrera los fines de semana, incluyendo, por supuesto, el día del padre. Esa noche, Rick le obsequió a su padre con la cena, pero lo que realmente quería darle era un regalo que nunca podrá comprar. “La cosa que mas quiero en el mundo”, escribió Rick, es que mi padre se siente en mi silla y que yo le empuje aunque sólo sea una vez…….

viernes, 5 de septiembre de 2008



"La buena vida" de Alex Rovira Celma:

La calidad de nuestra existencia es el resultado de las decisiones que tomamos en cada momento y del cultivo de las actitudes positivas. Pero ¿qué es la vida? Álex Rovira nos ofrece un torrente de buenas palabras, de hermosas y reconfortantes palabras, que nos enseñan que la buena vida habita en los gestos más cotidianos. La buena vida nos enseña a disfrutar del tiempo, a elegir, a confiar, a desarrollar nuestra fuerza interior; nos impulsa a liberarnos de las pesadas cargas y nos muestra que el camino se anda con los pies firmes en el suelo y la mirada siempre hacia las estrellas.

"Debo leer en el mar la lección de lo inmenso y renombrar el color que la vida me enseña debo saber respirar un oxígeno fresco y regresar a ese sol que contigo me espera"

Silvio Rodríguez