sábado, 6 de junio de 2009

La gueldera de Acentejo
y el engodo en Candelaria.

Primero llegó la cruz
y después las espingardas.

El valeorso Bentor,
se deriscó por Tigaiga
y callaron los verdinos
y enmudecieron las chácaras,
y sangraron los mocanes
y se secó la cebada
y las abejas se fueron
y se espantaron las cabras

No quedó sino el coraje
de una isla y una raza
y una infinita querencia:

nacer, vivir y morir,
sin cadenas castellanas.

No hay comentarios:


"Debo leer en el mar la lección de lo inmenso y renombrar el color que la vida me enseña debo saber respirar un oxígeno fresco y regresar a ese sol que contigo me espera"

Silvio Rodríguez