El Ángel emprende el viaje

"No vayas; pero si tienes que ir, saluda a todo el mundo" William Saroyan

De pie en el pretil de la acera, me convertí en paso de cebra. Mirando el borde del precipicio, me convertí en roca víctima de la erosión. Apoyado en el dintel de la puerta, me convertí en figura de sal antes de poner uno de mis pies en el rellano. Sentado en el alféizar de la ventana, me convertí en un Ángel Alado. Salté al abismo con una pirueta arriesgada, recorrí la estancia hacia la cuerda floja y emprendí el difícil viaje que hay de mí a mí mismo. Atravesé mil guerras, me despedí de mis muertos en el camino, por algunos lloré de tristeza y por otros lloré de alegría. Lloré por mis heridas y las dejé atrás hasta volver a verlas. Al fin llegué...

Allí dónde mi alma se levanta en anarquía, dónde descansa la conciencia, que ni miente ni se deja engañar.(No hay cosmética ni cirugía para este lugar de mi ser).

Aquí la verdad se reproduce por esporas y el dolor no se cura con medicina. Aquí dónde nacen mis batallas internas y el campo de batalla es un despojo de mis miedos y mis penas. Aquí los esbozos de mis poemas más íntimos se convierten en comics tremendistas. Dónde el silencio suena como Wagner a todo volumen y el diálogo es imposible con la dictadura de los sentimientos. Aquí he decidido morir para volver a nacer; a medio camino entre la indignación y la esperanza. Me agito con fuerza como en un parto de mí a mi nuevo yo, empeñado en iluminar la oscuridad. Antes de salir me giré y vi a mi viejo yo. Me hizo un guiño travieso y supe que volveríamos a vernos. Me revolví otra vez en mis recuerdos buscando una vela y encontré un interruptor. Existe una liturgia en el amanecer a uno mismo; en el amanecer de los sentidos, que lo ilumina todo como el estallido de una estrella recorriendo el universo infinito. Me niego a ser un donante de penas.

Banot Mito.